Una hora de madrugada

Escribir en medio del caos: así nació mi novela, a golpe de insomnio, amor y constancia.

Noelia Castillejo

4/27/20252 min read

woman sitting on bed
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Escribí una novela desde la cama, con el móvil.
No con tiempo libre, ni paz, ni café caliente.
La escribí con sueño, con los mellizos dormidos a mi lado y una app de Word abierta en la pantalla.
Y la enviaba por WhatsApp, capítulo a capítulo, porque no tenía energía ni para organizar carpetas.

Mi marido trabaja de noche, así que la mayor parte de las noches y las mañanas estoy con los bebés.
Cuando él regresa, ya por la tarde, me ayuda en todo lo que puede.
Pero durante muchas horas, era yo la que estaba al pie del cañón: cambiando pañales, calmando llantos, preparando comidas, intentando que todo siguiera en pie.

Y aunque los amo, aunque lo volvería a hacer mil veces, hubo momentos en los que sentía que ya no era yo.
Solo era una mamá agotada, con la camiseta manchada, el pelo sucio y la mente llena de cosas pendientes.

Hice una carrera a los treinta años. Me esforcé. Me formé.
Pero cuando terminé, no me dio tiempo a ejercer.
No por falta de ganas, sino porque la vida me necesitó en otro sitio.

Así que escribir se convirtió en mi única vía de escape. Lo único que me hacía sentirme útil.
Lo único que hacía fuera de cambiar pañales o dar el pecho.
Y como en mi entorno el tema no interesaba, y mi marido estaba saturado de oírme hablar del libro, dejé de contarlo.
No tenía con quién compartirlo.

Así que hablaba sola.
Con mis bebés, con mis perros, con mi gata tuerta.
Les contaba lo que había escrito. Les explicaba lo que pasaba en la historia.
Y a veces lloraba, porque me sentía sola.

Pero aún así, escribía.

Hoy el libro está terminado.
Y aunque nadie viera el esfuerzo desde fuera, yo sé lo que costó.
Cada palabra fue escrita entre sueño, cansancio y amor.
Entre el silencio de la madrugada y la necesidad de seguir siendo yo.

Cuando veo los errores en el libro, o cuando veo cosas que podría haber añadido, pienso en el milagro que es que esté terminado (esté como esté). Todo esto lo cuento para que veas que si yo he podido hacerlo, tu también puedes. No tiene que ser un libro, puede ser cualquier cosa que te haga escapar un poco de tu realidad en el momento.

Y si no te ve/lee nadie ahora, no pasa nada.
Sé que este blog no lo lee casi nadie (o nadie), y quizá nunca lo lea mucha gente.
Pero no importa.
Porque escribir sigue siendo una forma de existir. De resistir.


Y si algún día el algoritmo, el azar o la necesidad te traen hasta aquí,
será porque estas palabras también eran para ti.

Nos leemos pronto. Quizá de madrugada.